La gestión del riesgo de inundaciones exige una visión conjunta a nivel de cuenca y una adecuada ordenación del territorio
Foto del río Segura desbordado a su paso por Alguazas/Molina de Segura y del presunto «tapón» que se ha formado en un puente. Foto:Emergencias 112 Región de Murcia
El temporal de «gota fría» que se ha producido estos días en la cuenca del Segura es de los que hacen historia. No tanto como para llamarlo «sin precedentes» -sucede con cierta frecuencia en nuestra costa mediterránea- o vincularlo sin el menor atisbo de duda al cambio climático -no se pueden atribuir hechos puntuales, sino una tendencia estadística-, pero sí lo suficientemente intenso como para quedar grabado en la memoria colectiva. Y, muy destacable, el primer gran episodio en la era de las redes sociales.
Como suele suceder en estos casos, siempre hay quienes «lo veían venir» y que no esperan…
La ciudad actual se ha convertido en un foco de calor y polución sin comparación en la historia de la humanidad. A su vez la relevancia de las zonas verdes y en concreto de su elemento más importante, los árboles, ha ido disminuyendo desde aquellos tiempos en los que un jardín o un bulevar arbolado eran alma y orgullo de la ciudad.
La tendencia capitalista ha criminalizado los espacios verdes urbanos como algo que solo produce un gasto y ningún beneficio. Cierto que hace tiempo que esta pueril (aunque tendente en su momento) valoración ha sido radicalmente contrapuesta por multitud de expertos que han demostrado que los beneficios que el arbolado puede aportar a la ciudad son innegables, también en plano económico dado los gastos posteriores que pueden ahorrar sobre todo a nivel energético y de salud. Resumo estos beneficios:
Disminución hasta 5ºC de las temperaturas por el aporte de sombra y la evapotranspiración de las hojas
Disminución de contaminantes de la atmósfera por absorción de gases por las hojas y por adhesión a la superficie de partículas en suspensión
Absorción de CO2 (dióxido de carbono, que tanto repercute en el calentamiento global) y generación de O2 (oxígeno)
Ejercen un papel de corta vientos que reduce el uso de calefacciones en invierno
Reducen la insolación indirecta reflejada en los edificios contribuyendo a reducir la temperatura en verano
Dispersan los sonidos del tráfico reduciendo la contaminación acústica
Reducción de la contaminación visual aportando naturalidad al paisaje de la ciudad
Disminución de violencia y crímenes, los espacios verdes y arbolados crean más frecuencia de personas en la calle y es más fácil que éstas actúen, aun inconscientemente, como vigilantes visuales
El beneficioso efecto estético y natural de las zonas arboladas
Mejoran la calidad de salud mental y física de los habitantes de la ciudad, es significativo el dato de que los pacientes de hospital que tienen vistas a zonas arboladas parecen mejorar con mayor rapidez.
Empiezan a quedar atrás (o eso quiero creer) los tiempos de la construcción de plazas y calles a golpe de hormigonera, espacios duros y fríos que más que promover el uso del espacio público provocan hostilidad hacia él. Usarlo como una mera vía de tránsito sin gozar (aunque sea de manera inconsciente) del recorrido o de una ligera estancia es tanto como huir de él. En estos espacios el arbolado es muy importante para crear lo que podríamos llamar la amabilidad del entorno.
La plantación de arbolado en las vías urbanas tiene una serie de singularidades que hacen que su elección se deba realizar con sumo cuidado. Esto, en realidad, no ocurre habitualmente y los técnicos recurren demasiado a un abc botánico que deja mucho que desear y son poco atentos con los especiales requerimientos de la vía pública y sus usuarios.
Éste abc se compone en su mayoría de especies alóctonas. En principio esto no debería ser un problema ya que en las ciudades la proliferación de plantas arbóreas que puedan ser invasoras es mucho menor que en lugares más propicios para su expansión, pero se empieza a comprender que su crecimiento y formación, en la mayoría de los casos, no tienen nada que envidiar a muchos árboles autóctonos que ofrecen características ornamentales y de uso similares además de limitarse mucho el número de especies usadas, limitando con ello también la biodiversidad urbana.
La excusa mayoritaria ha sido que estos extranjeros son árboles de crecimiento muy rápido (esto implica bajo coste y rápido resultado), por lo que Tipuanas (Tipuana Tipu), Jacarandas (Jacaranda Mimosifolia), Braquiquito (Brachychiton Populneus), Turbintos (Schinus Terebinthifolius), etc se han apoderado casi por completo de nuestras ciudades sin mirar demasiado hacia un futuro cercano donde quizá no tienen tanta cabida, y esto va con doble sentido, ya que casi nunca se tiene en cuenta cual va a ser el tamaño del árbol al cabo de veinte años. Junto al arbolado hay que citar la proliferación de palmáceas alóctonas, especialmente el caso de la Whasingtonia Robusta, de crecimiento excesivo e invasora como la que más.
Este tipo de plantas de crecimiento rápido tienen sus inconvenientes:
El mismo crecimiento rápido hace que su mantenimiento sea más costoso (con podas de formación y limpieza frecuentes).
Su habitual escasa longevidad y generalmente mayor exposición a patologías tipo insectos chupadores o fúngicas implica reposiciones menos espaciadas. Hay que tener en cuenta que es muy difícil arrancar adecuadamente los ejemplares muertos de los apretados alcorques rodeados de pavimento.
Dejan caer muchos desechos orgánicos (ramillas, hojas, flores, frutos) en las calles, aceras y coches. Entre estos destacan resinas y melazas, cuya limpieza a veces se convierte en un grave problema.
En la mayoría de los casos tienen maderas blandas que también causan problemas varios por rotura y caída de ramas.
Sus supuestos valores estéticos quedan disminuidos frecuentemente por la plantación inadecuada (distancias, exposición, preparación del suelo…).
Algo curioso es la disponibilidad de plantas, ya que los viveros profesionales donde se compran suelen estar atiborrados de planta alóctona y escasean mucho en planta autóctona. Por modas, por inercia, por facilidad de cultivo, por economía, por salida de mercado o todo junto, resulta que usar arbolado autóctono en la ciudad, donde ya debe plantarse con una altura de cruz de entre dos y tres metros, suele ser difícil.
Los árboles autóctonos, aunque no suele apreciarse, son más ricos en especies y tamaños que los pocos foráneos que prácticamente monopolizan las urbes del sureste español y tienen otras ventajas:
Están mejor adaptados al medio en que se van a desarrollar. Aunque las ciudades tengan su propio ecosistema siempre estarán más cerca de su hábitat natural y se postulan como más resistentes a muchas enfermedades o plagas.
Con su uso se promueve la biodiversidad, con mayor número de arbolado y variedad del mismo mayor cantidad de especies acompañantes se promueven: otras plantas, insectos, aves, reptiles, anfibios, pequeños mamíferos… la mayoría escasos en las ciudades, aunque no muy bien vistos por lo general, pero hablar del cambio de mentalidad al respecto sería para otro debate.
Su crecimiento no es tan lento. Muchas especies autóctonas tienen ese estigma, y no se usan solo por ello. En primer lugar es en parte falso ya que esa lentitud está basada en su crecimiento de forma natural y no tratadas como plantas ornamentales, quiero decir, con riegos y abonados, lo que favorece con mucho su velocidad de crecimiento. En segundo lugar ¿y que si lo fuese? la mayoría de las especies llamadas `nobles´ pertenecen a ese grupo, y se llaman así tanto por su belleza como por su robustez, negar la oportunidad es sencillamente una negligencia.
La representación simplificada en la ciudad de los ecosistemas naturales de nuestro territorio es otro beneficio ya que aporta valores culturales y ambientales a la vez.
Un inconveniente sería la sensibilidad que presentan algunas especies a la polución, aunque es probable que se adapten perfectamente y esto sea como lo del crecimiento lento, bastante relativo.
Lo más importante es la correcta ubicación de cada especie. Así, todas las especies arbóreas del mediterráneo español podrían incluirse en un listado en el que es muy importante tener en cuenta que no todas se pueden usar en todas las ciudades.
Tipo y composición del suelo; exposión (sol, sombra, semisombra)
Exposición a vientos (sobre todo si pueden ser salinos)
Espacio para el desarrollo (muy influyente en la elección de la especie que muchas veces será de las que en ocasiones se consideran arbustivas pero que pueden desarrollarse perfectamente como pequeños árboles)
Disponibilidad de agua (aunque parece que en la ciudad esto no debe ser un problema debe tenerse en cuenta)
Será tarea de paisajistas y técnicos la elección del emplazamiento, siendo posible por ejemplo, en una misma manzana rectangular con alineaciones de alcorques para plantación en todas sus caras y diferentes anchuras de calle, tener cuatro especies diferentes de arbolado dadas sus cuatro exposiciones.
Los gigantes de hasta 30 m de altura y 25 de diámetro como Olmos (Ulmus minor) y Almeces (Celtis australis) son un espectáculo en un espacio abierto donde desarrollarse, los mini árboles de 3 a 5 m de altura y de igual diámetro como Lentiscos (Pistacea lentiscus), los rudos algarrobos (Ceratonia siliqua) cuatro especies de pinos(Carrasco, Rodeno, Negral y Piñonero), Tamarindos, Adelfas, Madroños, Servales, etc; géneros que engrosan nuestro maravilloso legado vegetal y que puede formar parte de nuestro devenir del día a día para hacer más rica nuestra percepción del paisaje y el medio ambiente en la ciudad.
Lobularia maritima, conocida vulgarmente como Canastilla, es una bella planta mediterránea que se ha venido usando en jardinería y paisajismo desde que el hombre conoció sus completas cualidades ornamentales, en estas profesiones aun se la conoce por su viejo nombre científico Alyssum maritimum, aunque botanicamente ya no es correcto.
Es una planta tan frecuente en nuestros campos que pocas veces se le presta la atención que merece, ya sabemos que la vulgaridad no está apreciada, pero sin embargo cuando la vemos en los parques y jardines rápidamente llama la atención esa pequeña, delicada(aparentemente) y hermosa planta.
Así, en ocasiones se nos presenta la oportunidad de apreciar la pericia de la naturaleza en ordenar mejor que nosotros aquello que pensamos solo podemos hacer con nuestros conocimientos adquiridos, y es que en un paseo por los alrededores de Molina de Segura (Murcia) hace unas semanas, pude admirar un tapiz perfecto creado por esta planta, que se empeñaba en cubrir cada milimetro de la parte superior de una árida colina con la blancura de sus infinitas florecillas blancas.
El lugar, uno de aquellos que Guìlles Clement definió como tercer paisaje, básicamente un paisaje residual olvidado a las afueras de la ciudad, degradado y solo usado en ocasiones por paseantes y algunos deportistas, con un entorno bastante hostil a la vista con escombreras dispersas y un polígono industrial en el horizonte, un lugar sin clasificar.
Me hizo pensar en la naturalización urbana, en los diversos usos que las plantas nos otorgan, en las praderas, en nuestra comunicación con la naturaleza y en la irremediable condición humana de imitarla y apropiarnos el mérito.
Sin sistema de riego en un lugar con precipitaciones de 300 mm anuales es obvio que es idónea para muchos usos relacionados con la restauración ambiental y el paisajismo urbano, este último tan preocupado, lógicamente, por la sustitución en tierras de aguas escasas de las tradicionales y poco sostenibles praderas de gramas y céspedes.
Abogar por plantas autóctonas para los usos intensivos de nuestros suelos terciarios relacionados con el paisajismo y la jardinería es más que una moda, una necesidad. Ya hemos tenido muy malas experiencias con plantas alóctonas invasoras y debemos tener más fe en la capacidad de sustentación de nuestras propias plantas, que para eso son las mejor adaptadas al medio en que se desarrollan, y esta, la Canastilla, es un ejemplo de dureza, adaptación y belleza.
Mi querido primo Jose A. Lozano me pidió en facebook opinión sobre el artículo Malas o buenas hierbas de Miguel Angel Ruiz Parra en su blog Los Pies en la tierra, y como he visto que tiene miga prefiero responder con otro artículo ya que facebook me parece poco apropiado para tanto rollo que voy a soltar, y disculpe a quien aburra.
En la siempre idea humana de que todo aquello que no es aparentemente útil para nosotros debe ser desechado y es tratado puerílmente de `malo´ está la famosa definición de malas hierbas, algo que nunca me gustó como a otra mucha gente hoy día.
Vamos a empezar tratándolas de plantas no deseadas, o mejor aún plantas espontáneas, término que ya es usado con bastante frecuencia hoy día en círculos profesionales, y éstas son aquellas que surgen en un espacio de forma libre o natural y sobre todo donde siendo un espacio antropizado, no ha sido planeada su aparición.
Bueno, pues han pasado casi dos años desde que escribí los tres párrafos anteriores y he recordado que visité la página del Blog de Miguel Angel, y he visto que respondí a su petición de aporte de ideas, así que sin más copio y pego mi propia opinión, ya que, más o menos acertada, es la que sigo manteniendo, solo la comentaré un poco entre paréntesis:
«hola, os dejo mi opinión al respecto. Si que debemos intentar no usar productos fitosanitarios tipo glifosato (el artículo se habla del uso del vinagre como sustituto de herbicida para luego encauzar el asunto en abandonar totalmente su uso en la ciudad a través de un artículo del El País donde se habla de la naturalización de la ciudad de Nantes)pero tampoco se pueden dejar crecer las plantas en una ciudad a su libre albedrío. Principalmente porque `arbustos´ (se citan en el artículo) en su definición son plantas que alcanzan hasta unos cuatro metros de altura y no quisiera yo tener que ir al Corte Inglés machete en mano, y flores silvestres es demasiado generalizado, ya que por ejemplo, algunas de las más comunes que crecen en los resquicios de los adoquines, aceras, piedras ,etc son la parietaria y las ortigas, dos plantas que son de las mayores fuentes alergénicas del mediterráneo, primer problema real. Otro problema que hay en dejar crecer las plantas en las calles estriba en su poder erosionador, o sea, las raíces tienen suficiente fuerza para mover, desplazar o romper los materiales más comunes en nuestras ciudades como el asfalto o los adoquines. El clima, comprenderán que no es lo mismo Nantes que Murcia, así que de los verdes pastos de las bonitas fotos de la ciudad francesa en Murcia y en verano solo quedaría un pastizal bien amarillento (recapacitando, creo que ni eso), y la gente tirando colillas, la famosa educación de estos lares. Sigamos con la parte que vamos a llamar atrapabasura, con esto quiero decir que cualquier papel, envoltorio, pequeño plástico,colillas etc queda atrapado en la primera plantita con la que se tropiece así que a la hora de limpiar las calles se incrementa la dificultad de la tarea (la mala educación que aún tiene un buen sector de la ciudadanía murciana es un grave problema a la hora de intentar implementar este tipo de mejoras), y esto me lleva a la única solución posible para dejar nuestra calles medio verdes, al menos unos meses al año, al estilo de una ciudad muy naturada, el buen mantenimiento de estas hierbas, lo que es tratarlas como si de un jardín hablásemos donde el único trabajo a realizar son desbroces espaciados para que las plantas no crezcan demasiado, lo que lleva a un mayor mantenimiento de las ciudades, mayor gasto, más personal,… y esto a mi me parece maravilloso pero intuyo que a más de uno se le pondrán los pelos de punta nada más imaginarlo. En fin, una solución muy bonita, y a mi me encanta ver crecer las pequeñas plantas herbaceas entre los adoquines de las plazas, pero de difícil aplicación en los partidos, digo tiempos, que corren, supongo que imaginan los motivos.»
Aporto una fotografía de una calle de Molina de Segura en invierno. El musgo y otras pequeñas plantas crecen entre los adoquines y baldosas. el paisaje de la ciudad mejora considerablemente, se atenúa la dureza y aporta color a un casco antiguo dominado por materiales inertes y grises. pero en cuanto el calor y la sequía se apoderan del clima esto desaparece, sólamante de forma artifical podría mejorarse la naturalidad de la ciudad.
El verano se despide en las zonas cálidas del levante peninsular con una improvisada segunda primavera donde se mezclan floraciones dispares con las fructificaciones propias del otoño.
Las altas temperaturas del verano van descendiendo, asemejándose más a las de la citada y florida estación, la insolación sigue siendo alta y las lluvias, que en otras regiones suelen ser frecuentes en estas fechas, parecen lejos de hacer acto de presencia. Esto último no es problema en el ecosistema artificial de un jardín, el agua viene dada, en el caso de el Jardín de El Palmeral (Alhama de Murcia), también programada.
Hace más de medio año que me encargo del mantenimiento de este espacio de 15.000m 2, un lugar de una diversidad vegetal poco frecuente en los jardines de hoy día, tan obsesionados sus promotores con que a las plantas ni se les caigan hojas, creen que manchan.
Así, en Alhama de Murcia, entrado octubre, el otoño que imaginaba Albert Camus cuando decía «el otoño es una segunda primavera donde cada hoja es una flor» parece negar su presencia y deriva hacia una segunda primavera anual donde cada hoja sigue en su sitio y las flores vuelven a despertar, en algunos casos con mayor fuerza que en la propia primavera.
Además, esta floración, se ve acompañadas de los primeros frutos y bayas del otoño creando una variada y colorida estación precursora del verdadero otoño, aquel que actualmente parece casi haber desaparecido para dar entrada a cortos inviernos casi repentinos.
Estas son algunas de las flores que he podido fotografiar (Samsung Galaxy S6) en la primera semana de octubre, y alguno de los frutos, claro.
Solamun rantonnetii (dulcámara perenne)
Arbutus unedo (Madroño) fruto aun sin terminar de madurar
Chorissia publiflora (Palo Borracho de flor blanca)
Algo cansado y sorprendido del difundido uso del Boj en la Región de Murcia al fin me he decidido a romper una lanza por una planta cuyo uso considero mucho más adecuado para los fines a los que suele encomendarse el Boj en jardinería, y esta planta de la que hablo es el Mirto.
El Mirto (Myrtus communis) y el Boj (Buxus sempervirens)son dos conocidas especies de arbustos o pequeños arbolillos autóctonos que se encuentran fácilmente de forma natural y por supuesto cultivados en España. Desde antaño se han usado en jardinería por sus características ornamentales además de tener otras muchas virtudes.
Arbusto de Mirto
Arbusto de Boj
La distribución natural de estas plantas en España podría resumirse a groso modo diciendo que el Boj pertenece más a la parte norte y oriental caliza, estando presente en casi todas las zonas montañosas, y el Mirto es más térmico y se distribuye por la franja mediterránea, también con gusto reconocido por las tierras calizas.
Con estos someros datos de distribución y pensando solamente en el campo de la jardinería y el paisajismo no he podido evitar titular así esta publicación (Mirto, el Boj del Mediterráneo) pero muy consciente del error geobotánico que entraña. Hay boj en el Mediterráneo (incluso una especie Balear, Buxus Balearica), no cabe duda, pero limitado a pequeñas zonas bioclimáticas propicias. Es muy diferente hablar de botánica que de jardinería así que me he permitido el desliz solo por las similitudes físicas entre ambas plantas y los casi idénticos usos ornamentales que suelen tener, aunque estas dos especies ni siquiera pertenecen a la misma familia botánica.
Hojas de Mirto
Hojas de Boj
El caso es que hace ya tiempo que el Boj, tan usado desde antaño en climas más propicios, entró a formar parte de la vida de muchos jardines murcianos como una oleada de modernidad que no tuvo en cuenta algo fundamental: el clima es totalmente inapropiado. Se ha puesto mucho en maceteros y jardineras protegidas o a la sombra, recortado en espiral, conos u otras formas de para dar `clase´ a la entrada de las casas y en setos, pero quedando muy lejos de ser la planta frondosa, refrescante y de verde intenso que crece en buena parte de la mitad norte española y condenada en la mayoría de los casos a padecer una vida corta, con enfermedades, plagas, exceso de insolación, falta de riego y en general falta de los cuidados adecuados por encontrarse tan alejado de su óptimo climático natural. Las modas pueden ir cogidas de la mano del absurdo y aquí hay un buen ejemplo.
Parece ser que pocos de los `especialistas´ caímos en la cuenta de que el Boj tenía un hermano «mellizo» (repito, solo en apariencia, no botánicamente) en nuestras tierras: El Mirto, también conocido como Murta o Arrayán, planta que solo por mera lógica es la sustituta natural del Boj para los usos que a este suelen encomendársele, o la que ocupa de forma natural su nicho ecológico en la zona mediterránea.
El Mirto es una planta de hoja perenne, color verde oscuro y lustroso, aromática, de hermosa floración blanca, que se deja dar forma sin dificultad para hacer topiaria de cualquier tipo y que presenta muy escasas enfermedades o plagas. Es lo que lo que en jardinería podría llamarse una planta casi diez. En lugares propicios el Boj tiene casi las mismas virtudes (excepto la espléndida floración y el intenso aroma) pero plantado en estas latitudes es pasto de enfermedades y carencias varias.
Flores de Mirto
Podría decirse que es de cajón, que el Mirto es más adecuado, pero no paro de ver jardines con setos de Boj por tierras murcianas, y me resulta extraño, chocante, que un profesional recomiende esta planta en estas latitudes de larga y tórrida canícula. Aun es más llamativo que muchos «murcianicos» sepan perfectamente que es un Boj y no tengan ni idea de que es el Mirto, o el Arrayán o la Murta, que me ha pasado en multitud de ocasiones. Y vuelvo a pensar en el daño que las modas pueden llegar a hacer en su inocente ignorancia.
El Mirto es una planta mediterránea fundamental, históricamente, cultivado posiblemente desde épocas prehelénicas, nunca dejó de usarse para multitud de fines desde los citados ornamentales a múltiples usos terapéuticos, pasando por el uso de su madera, siendo posiblemente en la actualidad cuando está pasando su mayor declive, al menos en lo que a la atención humana se refiere.
Patio de los Arrayanes (Alhambra de Granada), con el seto cuidadosamente formado
El Mirto ha dado nombre a lugares tan magníficos e históricos como el Patio de los Arrayanes, en la Alhambra de Granada, y a otros más modestos pero que hablan de su presencia en pequeñas localidades como Las Murtas (pedanía de Moratalla), aunque su topónimo más importante es que muy probablemente sea el origen de la palabra Murcia. No conozco ninguna referencia histórica al Boj por tierras murcianas (aunque tal vez la haya, que la planta, aunque bastante escasa, haberla la hay en algunos rincones de nuestras sierras).
Como otras muchas plantas, el Mirto, ha tenido su evolución dentro del mundo de la jardinería en modo de nuevos cultivares, como el Myrtus communis `tarentina´ (parece ser que no es una subespecie como algunos defienden),variedad más compacta y por lo tanto de recorte más agradecido, por lo que aun mejor se lo ponemos a los jardineros más caprichosos.
Y bueno, pues solo eso, que en mi opinión el Boj por tierra murcianas es algo un tanto tirante, aquí el Mirto es su sustituto natural, aunque en realidad esto no debiera plantearse así, sino más bien al revés, como que en los usos más generales del Mirto (generalmente para setos bajos y ejemplares recortados) algún caprichoso podría aventurarse a poner Boj.
Tampoco quiero que se piense que niego al Boj toda oportunidad en la tierra del limón, al igual que algunas zonas del norte peninsular seguro que se puede usar el Mirto sin demasiados problemas aquí ocurre lo mismo con el Boj, pero son casos concretos, y lo que intento con este escrito es hacer valer las virtudes de una maravillosa planta que ha sido parte de nuestra historia desde tiempos inmemoriales, que no todo es Boj, y menos por Murcia.
Hace aproximadamente un año en la Fuente de Benamor (Moratalla, Murcia) pude ver atónito como una pequeña acequia que encauzaba las aguas de dicha fuente era `remodelada´para convertir su naturalidad de tierra horadada y cubierta de verde protector en una caja de piezas de hormigón.
Más allá de la belleza de este pequeño afluente artificial queda algo que no tuvieron en cuenta los artífices de la obra, y es que, ese agua que algunos piensan que se pierde, que no se aprovecha, la que absorbe la tierra en pequeña parte de la encauzada, es la que da la vida a ese precioso paisaje que admiran, a esa verde pradera y esos majestuosos árboles que acompañan su recorrido. Una vez hormigonado el paisaje muere. Y el paisaje son las plantas, los animales, el ecosistema creado por las aguas que han penetrado en la tierra y a las que ahora se les niega alimentar a sus dependientes seres.
El debilitamiento comienza con una gran rama tronchada, la de una encina centenaria que sombrea muchas siestas de ovejas y caminantes ahora pasto de los insectos xilófagos que ha detectado su merma de agua, la naturaleza no perdona a los débiles. Este lugar alejado, el paisaje naturalizado de una acequia centenaria, es otro pequeño rincón de vida condenado a una muerte lenta y segura, morir de sed por la avaricia de unos litros de agua.
Desde hace unos pocos años la Región de Murcia está viviendo un incremento desmesurado de las actividades de montaña. A la suma masiva de nuevos `montañeros´ se ha unido la apertura de un montón de vías ferratas y vías de escalada deportiva.
Me gustaría hacer una llamada de atención a los aperturistas de estas vías y a los montañeros que se lanzan a la montaña como si de un parque de atracciones se tratara ya que parecen no tener ni idea de cual es el verdadero espíritu de la montaña y el montañero y de lo que es la educación.
Lo principal es el respeto a la naturaleza. Repito: RESPETO A LA NATURALEZA.
Respetar la naturaleza no es recoger el papel de la barrita energética o decir desde la cumbre «que paz se respira», se trata principalmente, de ser consciente de que la montaña no es solo para los seres humanos, de que en primer término es el hogar de millones de especies animales y vegetales que forman los ecosistemas y paisajes que nos rodean, de los que deberíamos formar parte y de los que solo somos una pequeñísima porción. Una vez conscientes de eso las cosas empiezan a verse de otra forma.
He podido ver como se abren vías y sobre todo ferratas (mucho más agresivas) sin los trabajos previos principales que son informarse sobre si es posible o no abrir la vía, he visto senderos de aproximación que han arrasando con todo lo que estorbara al paso de `los aventureros´. Documentarse sobre qué tipo de hábitats se van a ver afectados y qué animales podrían ver modificado su entorno es fundamental, comunicarlo es fundamental, y si no te dan el permiso para hacerlo por algo será, no son unos «cabrones» que te han jodido el plan.
Tenemos una de las regiones más ricas en diversidad, sobre todo vegetal, de Europa y contamos con cientos de especies animales y vegetales protegidas, amenazadas o sensibles que debemos cuidar como si de nosotros mismos se tratara.
Montañeros y sobre todo escaladores, los ecosistemas de las paredes que escalamos son unos de los más delicados y únicos de los que nos rodean. Están plagados de especies animales (sobre todo aves que nidifican en los cantiles siendo las rapaces las más sensibles) y vegetales únicas, plantas que aunque no estén protegidas son excepcionales ya que por la dureza del medio necesitan cientos de años para tener un porte aceptable.
No se puede arrancar o quebrar nada de mala manera solo porque te parezca que estorba para continuar la vía.
Si no sabéis o no tenéis los conocimientos no pasa nada, recurrir a personas que pueden ayudaros porque en realidad estáis perjudicando a la comunidad montañera más que creando nuevas alternativas. Esa actitud solo llevará a un cierre generalizado de todo tipo de permisos y nuevas actividades y a la idea por parte de los protectores del medio ambiente de que los montañeros son un problema para la naturaleza.
Esto puede cambiar, compañeros, hagamos que sea así.
Uno de los mayores problemas que tiene actualmente la grave situación del Mar Menor es la eutrofización de las aguas. Esta palabreja se refiere al exceso de nutrientes que tiene el mar, producidos mayormente por las famosas aportaciones de nitratos procedentes de los campos de cultivo, aportaciones que le llegan en superficie y parece ser que en mayor parte por aguas subterráneas.
El exceso de nutrientes lleva a la proliferación de algas, lo que le da el aspecto verdoso y sin visibilidad que tiene actualmente. Pero este aspecto meramente estético no sería un problema en sí si no fuese acompañado de lo siguiente, y cito directamente a la fuente que lo explica muy bien, en la Wikipedia aparece: » La explosión de algas que acompaña a la primera fase de la eutrofización provoca un enturbiamiento que impide que la luz penetre hasta el fondo del ecosistema. Como consecuencia en el fondo se hace imposible la fotosíntesis, productora de oxígeno libre, a la vez que aumenta la actividad metabólica consumidora de oxígeno (respiración aeróbica) de los descomponedores, que empiezan a recibir los excedentes de materia orgánica producidos cerca de la superficie. De esta manera en el fondo se agota pronto el oxígeno por la actividad aerobia y el ambiente se vuelve pronto anóxico. La radical alteración del ambiente que suponen estos cambios, hace inviable la existencia de la mayoría de las especies que previamente formaban el ecosistema». O sea, el ahogamiento literal del Mar Menor.
Además de todos las medidas que se pueden tomar en el exterior existe una bastante sencilla que podría usarse como plan de choque, aportar oxígeno al Mar Menor.
El concepto de la eutrofización me llevó a pensar en las peceras, ¿curioso no? pero es que estas tienen un pequeño dispositivo que oxigena el agua para tenerla en buen estado, esas burbujitas que todos hemos visto. Imaginar que este sencillo sistema se pudiese llevar a cabo a gran escala fue el paso lógico, y como siempre, que todo está inventado, no he tenido más que hacer un par de consultas en la web para encontrar ejemplos de lagunas con similares problemas en las que se ha aplicado sistemas de oxigenación para recuperar sus maltrechos ecosistemas.
Podría ser perfectamente posible oxigenar todo el Mar Menor como medida de choque. He navegado a Ecuador y Méjico para ver dos ejemplos.
En Ecuador, dentro del Proyecto Guayaquil Ecológico, esta medida también se contempló para oxigenar el Estero Salado (un estero es un «pantano generalmente en zonas planas con drenaje imperfecto»), en lo que llaman una técnica de superoxigenación obteniendo resultados positivos en tan solo 9 meses.
Esquema de oxigenación del estero dentro del Proyecto Guayaquil Ecológico
Y esto ¿no es posible en el Mar Menor? Pues primero habría que hacer un estudio de viabilidad, pero estoy casi seguro que no supondría ningún problema. Es una técnica que ya ha demostrado su funcionalidad y buenos resultados así que su uso aquí creo que es perfectamente compatible con el problema que tenemos.
Más de un jardinero se ha llevado un buen susto cuando, pasando con su máquina segadora, no se ha dado cuenta de que una raíz superficial está en su camino, susto que incluso puede pasar de ser un desagradable bache a un accidente de mediana gravedad.
Que las raíces de los árboles se encuentren sobresaliendo en parte del suelo no es algo habitual, al menos en la mayoría de especies, pero en el caso de plantarse en praderas de césped o grama este comportamiento se vuelve casi normal. ¿Las causas principales? El riego por aspersión o difusión y la pradera en sí. En primer lugar el riego no suele ser lo bastante prolongado para penetrar en la tierra más que unos centímetros (la pradera no necesita más) y en segundo lugar está la misma pradera, cuyo denso sistema radicular impide en buena parte que el agua llegue a más profundidad. Estos dos motivos principales hacen que los árboles busquen agua en superficie y creen una zona de raíces prácticamente a ras del suelo que pueden ocasionar muchos problemas para el mantenimiento y disfrute de la pradera, a la vez que para el mismo árbol.
PROBLEMAS MÁS FRECUENTES
Veamos los problemas principales divididos en cuatro campos.
Problemas para el mantenimiento:
Riesgo para el personal. Desde tropezar ellos mismos con las raíces (algunas son difíciles de ver sobre todo si la pradera tiene la hierba alta) a poder herirse con la propia maquinaria al , por ejemplo, quedar encajada la segadora de golpe y clavarse el manillar en el pecho.
Rotura de maquinaria. Sobre todo por problemas con las cuchillas de las segadoras.
Mayor dificultad de realización de los trabajos. Sobre todo al tener que esquivar con el cortacésped las zonas con raíces en superficie que deben perfilarse con la desbrozadora.
Problemas del arbolado:
Sanitarios. Riesgo de enfermedades a través de heridas en raíces superficiales producidas principalmente por la maquinaria de siega
Anclaje. Riesgo de caída o movimiento de los árboles ya que es posible que no tengan un sistema radicular lo suficientemente profundo para darles la estabilidad necesaria en caso de vendavales u otros fenómenos que los pongan a prueba.
Problemas para la pradera:
Zonas calvas o poco densas. Las raíces superficiales impiden el correcto desarrollo de la pradera en las zonas donde están en superficie
Problemas estéticos. Evidentemente la zona verde se ve muy mermada en cuanto a su visibilidad
Problemas para los usuarios:
Incomodidad. Tumbarse a la sombra de un árbol puede ponerse difícil si está rodeado de raíces superficiales y la pradera es poco densa.
Riesgo de lesiones. Cualquier tropezón descalzo puede ser bastante doloroso.
UN EJEMPLO PRÁCTICO
En el siguiente ejemplo vemos la solución que le dimos a una pradera de grama fina con problemas de raíces superficiales de Tipuana Tipu (Tipuana) en un jardín de uso intensivo en la temporada de verano, el jardín de una piscina comunitaria. Esta pequeña obra se realizó en la primavera del 2016.
Es una solución sencilla, se basa en rellenar las zonas de alrededor de los troncos hasta donde las raíces hagan su aparición, pero algo laboriosa.
Trabajos previos:
Antes de proceder a los trabajos propios para cubrir la zona afectada se decidió dar una poda severa a las tipuanas. Los motivos fueron los siguientes:
La gran superficie de copa entrañaba peligro de movimiento o caída de alguno de los árboles.
La sombra proyectada dificulta el germinado de la nueva semilla.
Por la época en que se realizó (primavera) las tipuanas desprendían gran cantidad de hojas y rápidamente se hubiese cubierto el suelo de éstas y pequeñas ramillas con los consiguientes problemas de germinación de la nueva semilla y de los trabajos de limpieza.
El acceso de los materiales se efectuó con camión grúa desde el exterior depositándolos en la base del arbolado con lo que las ramas interferían en la labor. Realizar este trabajo de otra forma solo era posible manualmente, con carretillas, y esto incrementaba notablemente en presupuesto.
Fases del trabajo:
Delimitación, medición del área del trabajo y cubicación para el aporte de tierras.
Marcación los difusores o aspersores que queden dentro del área de trabajo ya que van a quedar enterrados.
Relleno con tierra vegetal cribada del área.
Rastrillado, nivelado y compactado de la tierra procurando dar las formas más suaves y naturales posibles, tapando las raíces al menos cinco centímetros en las zonas donde no sea posible más.
Elevación de los difusores o aspersores con machones recortables u otras piezas hasta su nueva altura (dejarlos unos cinco centímetros por encima del nivel de tierra).
Extendido, rastrillado suave y compactado de capa de arena de sílice de 3 cm de grosor.
Extendido y rastrillado suave de capa de 2 cm de recebo.
Colocación de cinta brillante espantapájaros u otro medio para este fin.
Siembra con semilla de la especie que se vaya a utilizar (si es posible realizar el trabajo con tepes es más recomendable).
Compactado para enterrar levemente la semilla.
Primer riego.
Aplicación de polvo insecticida para hormigas (estos insectos pueden llegar a hacer desaparecer la práctica totalidad de la semilla).
En dos semanas el terreno estaba de nuevo cubierto de verde y fué totalmente pisable en tres semanas desde su siembra. Se realizaron los trabajos calculando el tiempo que faltaba para abrir la piscina al público, mayo, y lo más tarde posible por la necesidad de calor para su germinación de la semillas utilizada. En verano los árboles ya proporcionaban sombra.
PRESUPUESTO
Disculpad la presentación pero no he dado con forma de insertarlo mejor.
En este presupuesto no se incluyó la poda del arbolado ya que estaba contemplada en el mantenimiento del jardín.
Factura de reformas en césped de piscina
UNIDADES
CONCEPTO
PREC. UNIT.
TOTAL
2
Ud bigbag arena de sílice. (Incluye porte y descarga
60,30
120,60 €
con camión grúa)
2
Ud bigbag recebo 30% turba rubia (incluye porte y
72,80
145,60 €
descarga con camión grúa)
12
Ud bigbag tierra vegetal (incluye porte y descarga con
33,00
396,00 €
camión grua)
3
Kg mezcla semilla crecimiento rápido
6,90
20,70 €
2
Ud caja 250gr de semilla de kikuyu
13,42
26,84 €
2
Ud bote polvo antihormigas
4,30
8,60 €
1
Ud rollo cinta reflectante antipájaros
5,20
5,20 €
4
Ud difusor
4,20
16,80 €
3
Ud machón alargador para difusores
0,90
2,70 €
2
Ud rollo teflón
0,50
1,00 €
1
Ud mano de obra
512,00
512,00 €
limpieza de terreno, extensión rastrillado y compactado de tierra vegetal, elevación de los
difusores que queden bajos, extensión rastrillado y compactado de arena de sílice, siembra,
extensión rastrillado y compactado de recebo, extensión de polvos antihormigas y
colocación de cinta antipájaros en varias zonas del jardín con aproximadamente 140m2 en